domingo, 18 de septiembre de 2011

Carretera


No hay principio.
No hay final.

El tiempo y el asfalto se rizan en cintas de Möebius. Sólo hay carretera, el resto es ficción, decorados que se abren a los lados, cartulinas de montaña, espectros sin aliento más cerca de lo que aparentan, el viajero inmóvil y el mundo fluyendo alrededor.

Horizontalidades apabullantes,
valles insaciables,
luces nerviosas en la noche.

La mente vaciándose como un reloj de arena en las líneas del asfalto, todo es camino, el viaje invade la existencia y se desparrama y toma el control, ganando consciencia de sí mismo.

Luciérnagas temblorosas entre pentagramas fluorescentes,
sol y refracciones,
tormentas en la noche.

La oscuridad como potencia absoluta, espectros de sombras arbóreas, la tensión del cielo estallando en relámpagos de terrores y promesas, la mente sonámbula, el sueño de la razón creando pinturas negras arrastradas al olvido por la inercia de la huida.

Rocas de blanco pastel,
catedrales orgánicas teñidas con la sangre de gigantes,
arabescos, arbotantes,
palancas de máquinas geológicas,
paletas irreverentes de tierras y metales,
juegos humeantes de bisontes,
oleaje terrestre de colinas,
circunvoluciones áridas de soledad,
pavos reales en el arcén,
tentáculos de nube ávidos de tierra,
olor a tormenta y heno mojado,
gotas fugándose a un lado del cristal,
arando la visión con surcos divergentes de agua.

La piel eléctrica tras un atardecer sangrante,
el horizonte difuminado en estrías de lluvia,
el cielo descargando su furia electromagnética.

Paint it black, cantan los Rolling en la noche chispeante de energía, y entonces el ruido y la furia y los paisajes emborronados como en una película acelerada, los rayos y las líneas y las gotas y las grietas, las luces y las sombras y catenarias y montañas convergen en un optimismo animal, en una sonrisa demente, y el corazón y el motor laten excitados hacia horizontes inciertos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Yellowstone



Venas.
De sangre.
De barro.
De hierro.

Bajo la piel petrificada
laten inquietudes ocultas.

Las emociones se agolpan
bajo los poros de la llanura:
tensión, desequilibrio,
escape, humo,
los delirios del magma
estallan en géiseres
y arrebatos de burbuja.

Presión.

La frialdad de la roca
miente,
las conciencias ebullen,
caldos densos,
círculos concéntricos,
brotes de pompa,
irisaciones blancas,
ideas que se disipan
y se pierden
evaporándose fútiles
en el frío de la realidad,
entumeciéndose
en capullos de piedra,
fósiles de pasión.

Hebras de deseo naranja,
verde prístino de lágrima,
guirnaldas de razón pálida,
espuma de roca y bacteria,
arterias de vida
y descomposición,
vapores de incertidumbre,
azules reflejados
en el desasosiego
acuoso y estriado
de la tierra.

Vehemencias sulfúricas,
películas de lágrima
lamiendo
las heridas del tiempo,
espectros blancos,
esqueletos de abeto
sobre suelos agostados
de cal y de óxido;
sin sombras.

Siento mis huesos,
mis manos,
mis venas,
mi propia erosión.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El otro lado


El otro lado
es oscuro,
sangre de tinta
supurando
en las venas,
gotas negras
cayendo
en vasos de agua
y desfigurándose
en volutas
de entropía.
Noches solitarias,
coloraciones
de bacteria,
gritos silenciosos,
relámpagos
en el horizonte.
El día se inventa
cada mañana,
no quedan leyendas,
sólo rayos de luz,
hojas de sauce
y símbolos
que arrancan
nuevas sonrisas.