martes, 16 de agosto de 2016

The Wright place


Un esclavo bidimensional
alza sus ojos al cielo,
que abarca ventanas
de luz fragmentada
en cuantos de color.

Visiones europeas
en la pradera americana,
atacada sin piedad
por líneas de sol,
de gotas furiosas,
de hormigón caliente
y metal domesticado.


La planicie orgullosa
se eleva a las alturas,
las ecuaciones invocan
a partículas esquivas,
los haces de luz
estallan en las aristas,
y llueven muones
en todas las esquinas.


Espíritus de rectángulo
escalando la memoria del día,
protones verticales
subiendo torres de energía.


Mieses de acero.


Las máquinas tocan
melodías febriles,
from Chicago,
from Chicago,
en desfiladeros artificiales
donde el aire respira.

Nubes imaginarias
flotando a la deriva,
rascacielos oscilantes
de vértigo y calor,
engranajes ocultos
entre venas de petróleo
y cortinas de vapor.

Horizontes contra plomadas,
retículos de espacio
y tiempo desarticulado,
desintegrado por un jazz
que palpa la noche
y esculpe la nada.


En alguna parte los relojes se ríen,
y el presente se confronta
a las partículas de memoria.