miércoles, 31 de agosto de 2011

Wind River o el Arte de la Fuga.


Música de Bach. Afuera, paisajes que Bach nunca llegó a ver. Paredes de meseta rocosa estriadas de rojo, agrietándose hacie los valles. Montañas truncadas. El Sol cayendo horizontal, iluminando las praderas con un aura que no parece real. Nubes llameantes. 

Los cadáveres de mosquito se agolpan rítmicamente sobre el cristal, nublando la visión con una cadencia apenas perceptible, presagiando un futuro de ceguera y confusión. Las grietas alquitranadas de la calzada salen al paso con jeroglíficos veloces e inexplicables.

Un ciervo asustado en medio de la carretera, petrificado por unos instantes.

Un conductor alienado dentro del coche, enredado en compases de fuga.

Cilindros de heno. El olor de la hierba recién humedecida. Casas perdidas por los llanos, en medio de la nada, con una prole de cadáveres de automóvil y hierros abandonados.

Una luna gigante se asoma de repente por la bruma del horizonte. La radio busca emisoras en un bucle infructuoso. Cae la noche. Desierto de luces. Ruido blanco.

2 comentarios:

Dr. Zoidberg dijo...

Te falta la policía persiguiéndote por tus múltiples pirulas. Ah, y tú intentando sacar la pistola de la guantera...

No nos cuentas toda la verdad!!

k. dijo...

(**Sssshhhh**)