domingo, 11 de marzo de 2012

Hierrando


Óxido.
Metales descascarillados.
Costras de polvo salino.
Herrumbre.
Cristales turbios
brillando en el suelo.
Gritos de Munch.
Orografías de aluminio.
El cielo espeso,
áspero, tangible,
como las pinceladas
en un cuadro de Van Gogh.

La sombra de una gaviota
se pierde parpadeante,
zarandeada por los vaivenes
de un torbellino de nieve.

domingo, 4 de marzo de 2012

Fandango


Savall toca para su mujer muerta.
Sobre un fondo de pizarra con diagramas que muestran cuerdas bifurcándose y fórmulas sobre sumas de historias, las cuerdas de la viola pulsan con el dolor de los momentos pasados, anudándose en los nudillos, en el brillo de los ojos humedecidos, las respiraciones, el sonido de los dedos deslizándose sobre las cuerdas, las manos acariciando el instrumento tratando de invocar a historias difuntas que acuden a la llamada pero que se quedan mirando ausentes, encogiendo los ánimos, sin responder a las preguntas que flotan en el aire. Entre las notas dolidas vuela un silencio sin fondo, de soledad y desiertos, apenas roto por los chasquidos de los hilos que nos atan al pasado, que poco a poco se rompen dejándonos un poco más a la deriva, con los corazones arrugados, las gargantas anudadas, los sueños escapándose, el tiempo naufragando en arenas de nostalgia.

Sólo un fandango puede romper el hechizo y hacer que la melodía vuelva a remar hacia nuevas tierras.


Allá por la tierra mía,
se oye la voz de un sonero,
que canta con gran esmero
su orgullo, su miedo, su fantasía;
su fe, su amor, su poesía;
sus pasiones y su alma.

Cual pájaro trovador
canta, llora y nos dice adiós,
cuando nos clava su voz
en lo profundo del alma.
Cuando nos clava su voz
en lo profundo del alma.

Y a remar, a remar, a remar en el río,
que aquél que no rema no gana navío.
A remar, a remar en el agua,
que aquél que no rema no gana mi alma.

El Fandanguito se canta
con desbocada pasión.
Arrugado el corazón
y anudada la garganta.
Hasta la calma se espanta
en la tierra del empeño.
Y de un suspiro me adueño.
Y lo gozo con encono…

Cuando El Fandanguito entono
siempre se me escapa un sueño.

Y a la ela
y a la ela y más a la ela,
golpe de mar
barquito de vela,
dime mi bien
para dónde me llevas,
si para España
o para otras tierras,
o a navegar al mar para afuera.