No hay principio.
No hay final.
El tiempo y el asfalto se
rizan en cintas de Möebius. Sólo hay carretera, el resto es
ficción, decorados que se abren a los lados, cartulinas de montaña,
espectros sin aliento más cerca de lo que aparentan, el viajero
inmóvil y el mundo fluyendo alrededor.
Horizontalidades
apabullantes,
valles insaciables,
luces nerviosas en la
noche.
La mente vaciándose como
un reloj de arena en las líneas del asfalto, todo es camino, el
viaje invade la existencia y se desparrama y toma el control, ganando
consciencia de sí mismo.
Luciérnagas temblorosas
entre pentagramas fluorescentes,
sol y refracciones,
tormentas en la noche.
La oscuridad como
potencia absoluta, espectros de sombras arbóreas, la tensión del
cielo estallando en relámpagos de terrores y promesas, la mente
sonámbula, el sueño de la razón creando pinturas negras
arrastradas al olvido por la inercia de la huida.
Rocas de blanco pastel,
catedrales orgánicas
teñidas con la sangre de gigantes,
arabescos, arbotantes,
palancas de máquinas
geológicas,
paletas irreverentes de
tierras y metales,
juegos humeantes de
bisontes,
oleaje terrestre de
colinas,
circunvoluciones áridas
de soledad,
pavos reales en el arcén,
tentáculos de nube
ávidos de tierra,
olor a tormenta y heno
mojado,
gotas fugándose a un
lado del cristal,
arando la visión con
surcos divergentes de agua.
La piel eléctrica tras
un atardecer sangrante,
el horizonte difuminado
en estrías de lluvia,
el cielo descargando su
furia electromagnética.
Paint it black, cantan
los Rolling en la noche chispeante de energía, y entonces el ruido y
la furia y los paisajes emborronados como en una película acelerada,
los rayos y las líneas y las gotas y las grietas, las luces y las
sombras y catenarias y montañas convergen en un optimismo animal, en
una sonrisa demente, y el corazón y el motor laten excitados hacia
horizontes inciertos.
1 comentario:
Me gusta... entiendo totalmente tus sensaciones, me he visto allí...
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