Hay palabras que llueven
como alquitrán pegajoso
en silencios insomnes,
amebas aceitosas
que se ahuyentan
con mañanas de flauta y de Bach.
El cielo es una maraña de rutas de avión,
fibras de esponja de acero
entre anticiclones de sonrisas
e ilusiones en cajas de cristal.
¡Las hierbas!
Gritan Lorca y Enrique Morente.
¡Las raíces!
Gritan mis dedos de roca,
creciendo hebras de hilo
y empeñados en escalar
las manecillas de los relojes.
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