lunes, 25 de febrero de 2008

Apocalipsis ventilado

La silla se tambalea bajo mis pies y amenaza con rodar hacia otra parte, dejándome flotando en el aire, mientras yo me esfuerzo en mover una especie de manivela extraña en uno de los conductos de aire acondicionado. De momento ya hubo un primer éxito, que consistió en apagar el ventilador del circuito de extracción de aire. Con eso pasamos de FFFFFFFF a Ffffffff, que es de agradecer cuando uno ha de pasar una parte sustancial de su vida consciente en este laboratorio ventoso. En el momento de pulsar el interruptor medio escondido en el techo entre tuberías varias hubo momentos de incertidumbre y terror, con el brazo estirado penosamente hacia arriba, los pies de puntillas en la silla deseosa de aventuras hacia el extrarradio de mi centro de gravedad, mientras un sonido de motor eléctrico resonaba por las catacumbas de la ventilación ampliándose en ecos siniestros que parecían ser indicadores muy fiables de que había tocado lo que no debía y por ende se cernía una reacción en cadena imparable que acabaría con el piso superior ardiendo por falta de refrigeración para posteriormente escalar hasta el fin de la civilización basada en la libertad individual para la activación de interruptores misteriosos.

Pero el sonido de la climatización estigia desapareció de repente. Ahora no hay extracción de aire, si bien el circuito de inyección continúa su recital monocromático, y a parte de ello la temperatura amenaza con obligarnos a usar prendas de abrigo adicional. Pero he visto las dos manivelas...Ante la atenta mirada del sofá y la atenta desatención de mis compañeros de despacho giro una de ellas...¡y no sale aire de la boca más cercana a mi mesa! Lo comento triunfal a D., quien puntualiza con un certero acento húngaro que ahora el aire sale con fuerza redoblada en la boca cercana a su mesa. Pero aún queda otra manivela, y la silla y yo procedemos al ataque.

Ffffffffff...FFFFFGGFGFGGGFFFFFFFFFGFGFGFGGGGGF GFGFGFGFGFGFFFFFggFFFFFFF FFFFGFGFFFFFFFFFFGGGRRFGGFGFGGGFFFFFFF.

Ciertamente ya no sale aire de ninguna de las dos bocas, pero parece haberse formado un flujo turbulento en un lugar incierto entre las dos salidas que hace que los supiros pasen de asmáticos a asmático-neumónicos. Sigue sin ser buena idea. Pero una inspección detallada del techo arroja nuevas esperanzas...¡Hay otro interruptor como el del circuito de extracción! Vislumbrando la salvación cercana, la silla y yo corremos hasta debajo del interruptor; alzo a la silla hacia arriba y dejo que desactive el interruptor.

Otra vez el ruido infernal de las oscuridades estigias de la refrigeración, que parece codificar un mensaje expectorante de incitación apocalíptica al arrepentimiento, por suerte no acompañado de ninguna confirmación material o visual. Esta vez el aviso de las profundidades tarda más en desaparecer, como si quisiera asegurarse de que captamos el mensaje que no estamos captando, pero sí, parece que remite, por fin hay luz al final del tubo de aire acondicionado....

FGGGGFFFGGGGFFGGGGGGGGGFFFFFFFFFFFfffffffffffffFIIIIIIIIIIIIIIII IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
IIIIIIIIIIIIIFIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.

El silbido del aire que parece filtrarse a través de la compuerta mal cerrada podría describirse de forma sencilla como un medio altamente efectivo de inducción a la locura.

Así que hemos tirado la toalla, y hemos vuelto de nuevo al fffffffff. Pero mirémoslo por el lado positivo: hubo un éxito parcial con el circuito de salida del aire. Curiosamente esta tarde, cuando se supone que no tendría por qué quedar nadie en el despacho, D. y yo fuimos sorprendidos por dos técnicos que parecían tener relación con conductos de aire---dados sus cuerpos estirados y de sección muy aproximadamente rectangular---que, al toparse sorprendidos con nuestras sorprendidas miradas, comentaron que sólo venían "a mirar un poco". No me gustó demasiado la sonrisa que pusieron cuando preguntamos si había alguna manera de mitigar el sonido de la ventilación, y tampoco la manera en que rápidamente se fueron comentando que "habría que mirar si ha fallado...(ruido de la puerta al cerrarse)."

Porque el asunto de la puerta es otra cosa digna de mención. Es de un diseño admirable, puesto que se empuje la hoja de la puerta que se empuje desde la dirección que sea en el sentido que sea, la puerta se abrirá. Ideal para huir de un laboratorio lleno de peligros... pero no para custodiar un despacho lleno de papeles con valiosas ecuaciones que despiertan la codicia de la humanidad. El caso es que la puerta sólo se puede cerrar dejando la llave puesta. Hoy se lo comentamos a uno de los catedráticos que, incrédulo, procedió a jugar con la llave para comprobar lo que los habitantes despachiles ya sabíamos, pero disfrutando risueñamente con esta maravilla de eficaz diseño cerraduril. También le contamos nuestras aventuras con la ventilación, a lo que, entre buenas carcajadas, respondió que entonces su intento con la llave nos debería haber parecido un jueguecito de niños...

Huelga decir que cuando uno cierra la puerta―preferiblemente sin llave―es respondido con un nuevo silbido irritante debido a la descompensación de los flujos entrante y saliente de aire, que se entretienen en danzas turbulentas en el fino intersticio que conecta al despacho con el inhóspito y silencioso mundo exterior.

fffffffffff....Ahora que quiero ir a dormir siento un vacío extraño que me impide abstraerme. Falta algo. La habitación retumba y vibra con el microterremoto que causa el tren que cruza la quebrada cercana. El tren se va.
Hay demasiado silencio.

3 comentarios:

toni dijo...

Carlos, no dejes nunca de escribir tus comentarios... Tengo envidia de tu puerta braquistobatiente, omnicerrante, totalmente isotrópica... Es un diseño de la universidad, supongo. Por favor, mira a ver si el dintel está esculpido en forma de cicloide, es la única manera que encuentro de generar ese comportamiento. Huygens estaría orgulloso.

Saludos

k. dijo...

He intentado fijarme en la geometría del dintel, pero cada vez que me acercaba a la puerta para mirarla con detalle se abría inesperadamente y me daba un golpe en la cabeza. Creo que voy a dejarlo de momento...no quiero acumular bultos en la cabeza hasta parecerme a uno de los hidrocefálicos personajes de la Guerra de las Galaxias.

Dr. Zoidberg dijo...

La gente en el metro me mira raro... es que eso de descojonarse uno solo a las 7 de la mañana mientras se lee un par de folios debe de estar mal visto!!

Por cierto, cómo sabes que son hidrocefálicos? Y si resulta que no tienen ventrículos cerebrales y es todo parénquima?